Por delante de sus narices,
Con el alma rota y partida,
Y en el corazón varices.
Los sueños iban pasando,
Al mismo ritmo cansino,
Otros van desesperando,
Ese parece su sino.
Un alma despertaba cantarina,
Sin atender a negros presagios,
Flipando con la música del Sabina,
Navegando entre sus naufragios.
Y rebuscando por las esquinas
Un rayito de luz y esperanza,
Acababa en alegres cantinas,
Buscando a Babieca o Sancho Panza.
La vida seguía con su curso,
Parsimonioso, sin ningún descanso,
No parecía alterarse el pulso,
El alma no encontraba remanso.
Hoy no toca nada,
Mañana será otro día,
Igual mi suerte y tu suerte,
Están ligadas a la lotería.
Mi suerte, ¡qué fuerte!,
Es haberte encontrado,
Mi desdicha, mi muerte,
Es no poder estar a tu lado.
Mi muerte, ¡qué fuerte!,
Es estar alejado,
Mi dicha, mi suerte,
Es estar a tu lado.
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