martes, 16 de diciembre de 2014

1812 UN AMOR VESTIDO DE LUTO



Nos pasa delante de las narices la vida,
entre tanto lo único que habitamos es un sueño,
mientras estamos a las duras y a las maduras,
parece que se ensaña con nosotros el tiempo,
van pereciendo y vistiéndose de luto las auroras,
y aquel primer beso es ya un lejano recuerdo.

No hacemos nada y se nos pasa rápido la vida,
el desconsuelo que me queda no cabe en estos versos,
perseguir tu alegre sombra es mi fe diaria,
la mejor vacuna para mis largos aburrimientos,
así, tu vida, transcurre en tus esquemas posibles,
y me aconsejas que me mire lentamente en un espejo.

Puede que algún día se acaben los casualmente,
ya no habrá lugar a los encuentros ni nos saludaremos,
yo me andaré preguntando: ¿Me querrá todavía?
el tiempo no pasa porque sí, y nos hacemos viejos,
tendrás una duda razonable: ¿Andará con otra?,
ese mismo tiempo ya no será un tiempo nuestro.

Un año más seguirán cayendo hojas del calendario,
seguiré brindado con tu silla vacía en aquel bar,
alguien murmurará que te ha visto por el barrio,
después de tantos años sigues fresca en mi recuerdo,
te sigo pariendo versos con todo el abecedario,
¿sabes?, tu recuerdo nunca ha estado muy lejos.

La vida nos pasó por delante de las narices,
pensarte ahora más me parece un sueño,
nunca te olvidaré fácil ni definitivamente,
no podremos contarles nuestras historias a los nietos,
pero sigo paseando bajo tu balcón, por tu calle,
por si puedo seguir tirándote los tejos.

Ya sé que te marchaste de esta vida, de este mundo,
ese dolor es demasiado lacerante en mi pecho,
sin embargo quiero seguir soñando contigo,
montándome mil bellas películas y tejiendo
una historia que bien pudo ser y no fue,
porque tú te has ido y yo estoy viviendo muerto.

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