jueves, 11 de diciembre de 2014

1801 SUSPIRANDO A MI MODO 3

 
Puedo gritar al mundo que eres mi esposa,
En el campo rebrotan verdes los abrojos,
Tu mirada destella iluminada y hermosa,
Pasaron a mejor vida los días de enojos,
Tu alma es blanca, franca y generosa,
tus labios inimitables claveles rojos.
Ya no tiene sitio en mi alma la pena
Eres mi amapola, trigo verde y azucena.
 
Campanas coronan la torre de blanco armiño
Se acabó el dolor, no hay corazón doliente
Lo que la vista alcanza es todo cariño,
Tenemos las palpitaciones de un adolescente,
Sin querer hemos vuelto a ser aquel niño,
Que miraba embaucado al sol naciente.
¡Viva la alegría, muera la tristeza!
Vivo la algarabía pero con cabeza.
 
No me olvido de aquella tarde sombría,
Cuando, como siempre, me moría de gana,
No tenía ni idea de por dónde llegaría
Tu figura tan hermosa y tan lozana,
Mirando a todos lados perdía la energía,
De mi corazón te había proclamado soberana.
Ya sabes que mi alma todo te lo perdona,
Eres la dueña de mi cetro y de mi corona.
 
Embobado me tienes por ser tan brillante,
Yo en cambio siempre era el más rezagado,
Hipnotizado al mirar tu bello semblante,
Servicial a tus pies como un fiel criado,
Yo tres pasos atrás, tú siempre delante,
Atento a lo que necesites de mi cuidado.
Tu alma nunca ha sido ni me será ajena,
Vivir junto a ti merece un mucho la pena.

No hay comentarios: