Con catorce el Dios cristiano me cortó las alas,
vinieron mas buenas que malas, las ganas de altar,
he vivido mi vida sin chaleco antibalas,
desde la calle Aire no se veía nunca el mar.
Con la crisis de cuarenta naufragué sin faro,
no tenía claro dónde apuntaba el norte del sur,
a pesar de todo nunca pasé por el aro,
eso sí, anduve siempre acuestas con esa cruz.
Viví mi vida a la ligera cual joven potro,
mil veces dije sí donde debí decir que no,
las cosas buenas siempre le pasaban al otro,
nunca supe jugar bien ni al parchís ni al dominó.
Voy viviendo acarreando todas aquellas taras,
sigo en la brecha con el corazón solo y roto,
a veces me pregunto por dónde diablos paras,
si me lo paro a pensar por un momento exploto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario