Dices que ando como un perro faldero,
soltando en los tejados un te quiero,
que nunca obtiene una respuesta de ella,
a la que tu pondrías una querella.
Dices que ando como un perro faldero,
saltando a la primera al frío albero,
a su voz de mando tal cual centella,
porque crees por cierto que es mi doncella.
Dices que ando como un perro faldero,
en el precipicio del burladero,
maldiciendo siempre mi mala estrella.
Dices que ando como un perro faldero,
tú bien sabes a lo que me refiero
cuando te digo que ha dejado huella.
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