Días con el pensamiento herido de muerte,
noches tan largas como de cuatro lunas,siempre porfiando a lo mejor de la suerte,
velando y desvelado por la peor fortuna.
Tardes de lluvia tras los cristales,
viendo llorar al cielo por tu ausencia,el corazón maltrecho en jirones y retales,
el alma sufriendo en silencio su penitencia.
Tu imagen siempre rondando por mi cabeza,
imborrable e indeleble aunque quisiera,
apretando por dentro una fuerte tristeza,
luchando por tu presencia como una fiera.
Por el devenir de ese futuro incierto,
regamos el jardín para que florezcan las flores,
a veces parece que avanza el desierto,
otras bien parece que triunfan los amores.
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