Nuestro amor morirá cuando muera,
quedará tendido sobre una estera,
sin exhalar siquiera un grito,
Mientras tanto está muy vivo,
lleno de ilusiones y cariño,
en vuelo libre como un pajarito.
No lo mata ni siquiera la distancia,
porque está lleno de perseverancia,
y es amor puro, del bueno e infinito.
Los días se hacen largos, eternos
los sentimientos son muy tiernos,
fe ciega y dura como el granito.
No podemos intentar matarlo adrede,
pues aunque parezca que retrocede,
siempre vuelve porque no se ha ido.
A lo sumo se esconde al fondo del pecho,
se vuelve trashumante en el barbecho,
es escurridizo, audaz y bien avenido.
Espera agazapado el momento oportuno,
de saltar al ruedo cuando alguno
de los dos, lo llama con ardor renacido.
Cuando uno de los dos baja la guardia,
se cuela entre actos de tragicomedia
de lo que puedo ser y de momento no ha sido.
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