que te pierde por los caminos,
que van de tu puerta a la mía.
Egocéntrica imperturbable,
maldiciendo a los cofrades,
jurando por herejía.
Nunca te fijas en causas ajenas,
te dan igual todas las penas
sufres de idolatría.
Mandas al carajo al más pintado,
si los cables se te han cruzado,
actúas siempre con alevosía.
Te quedas mirando al tendío,
cuando un amor tardío,
se presenta ante tus ojos.
Así, cuadrada en el albero,
con ese tu cuerpo tan torero,
sigues quemando rastrojos.
Lo peor aún no ha llegado,
aunque dubitativo es tu estado,
yo ya hace tiempo que me sonrojo.
Lo que pretendes es que te siga
o mejor aún que te persiga,
eso si, como siempre, a tu antojo.
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