solo puedo decir: ¡cuánto tiempo hemos perdido!
triste, alicaído, ya no encontraba consuelo,
andaba malhumorado, estaba tocado y hundido.
Cuando quieres, me dejas el alma por los suelos,
haces que te deje postrado mi corazón a tus pies,
suplicando e implorando tu amor a los cielos,
perdido, dubitativo y sin saber bien qué hacer.
A pesar de todo te estoy eternamente agradecido,
en tus brazos acurrucado, entregado y rendido,
al fin dejo mi corazón y mi alma en paz.
Parece que te atreves a retomar de nuevo el hilo,
a ver si de una vez por todas consigo,
que seas tú quien le ponga a mi vida la sal.
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