Y aquellos golpes de tos seca tan tempranera,
Te recuerdan mis pantalones con su cremallera,
Y tus zarcillos olvidados, que eran de alpaca.
Te recuerdan mis largos vasos de cubata vacíos,
El fregadero sin mistol, ni espuma ni bayeta,
Un microondas congelado, mi paquete de galletas,
Y hasta las negras sartenes muertas de frío.
Todo eso te recuerda cuando llego a mi casa,
aunque yo ya empecé a aprender a olvidarte,
siempre te he sentido mucho más juez que parte,
ahora no tengo calor, sino un frío que abrasa.
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