Ella demasiado cerca y yo demasiado lejos,
Andaba loco por las primeras minifaldas,
Por ver de atinar al tirar los tejos.
Me dejó marcado con cicatrices en el corazón,
Con el alma en vilo y la tristeza por montera,
Desperté de pronto a entender la sinrazón,
Mientras mi pubertad se consumía en la hoguera.
La segunda Dama Helada me llegó de sopetón,
Con un par de coletas de pómulos sonrojados,
Tiempos de pan duro con leche en un tazón,
Dejando agujetas donde más duele al enamorado.
Eso sí que duele, un amor sin golosinas,
Tardes a la fresca en boca de las vecinas,
Como postre una madre de férreas convicciones,
Que pretendía dar en una tarde todas sus lecciones.
Con la tercera Dama tampoco fue la vencida,
Me dejó varias y variopintas secuelas,
Llevaba sus hormonas medio adormecidas,
Aunque notaba que ya se le gastaban las suelas.
Con su cara de bellota y un físico de ensueño,
La calidad humana le sobraba a raudales,
Fue una historia difícil pero con empeño,
Vivimos meses llenos de inmensos caudales.
La cuarta guadaña segó de cuajo mi infancia,
Se llevó de un buen tajo toda mi ilusión,
Todo fue producto de una gran ignorancia,
Con mocos y sin pañuelo desperté al amor.
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