Malvas y verdes nieblan a Platero,
Lo hacen ver de humo, etéreo, velado,
Contraluz, en la iglesia siluetado,
Oliendo a hierba, con paso certero.
Mariposas blancas de placentero
mirar, que lo dejan amedrantado,
su serón sale indemne, silenciado
Tras puya fallida del carbonero.
El diezmo no lo cobra un ser cobarde,
Que asusta al trasluz de su cigarrillo,
A la bola de algodón con corazón.
Platero no huye cuando la tarde arde,
¡Es tan bonachón este borriquillo!...
¡Tan vivaracho y tan lleno de ilusión!
No hay comentarios:
Publicar un comentario