Arde mi cielo, con una llama atípica e infame,
Tan lastimero de que nadie sienta mínima pena,
La tristeza aprieta por dentro y todo lo invade,
Llora triste el lucero del alba por mi condena.
Esta melancolía mía ya no tiene ningún cofrade,
Mi alma llora desconsolada como una Magdalena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario