Mírala,
mírala, mírala,
mira qué
guapa, va con sus gafas,su pelo corto, y su gracejo al andar,
el color lila prendido en su mirar.
Mírala, mírala, mírala,
con su belleza y su certeza,
y su alteza al caminar.
Tiene a La Cibeles celosa
con su blusa vaporosa,
esa fuente es su mar.
El Rey Neptuno la corteja,
la pretende como pareja,
mientras con su picarona sonrisa
va amando despacio pero con prisa
y su presente de indicativo es amar.
La Plaza del Sol se deslumbra
mientras ella no se acostumbra
a bajar por la calle Preciados
de la mano, como dos enamorados,
del brazo de ese galán canoso
que la cita junto al madroño y el oso.
Mírala, mírala, mírala, mírala
Mírala, mírala, mírala, mírala.
Mientras tanto en la Costa del Sol,
lo único que brilla es su figura,
las estrellas al borde de la locura
buscan hacerle el amor.
Échale con gracia las cartas gitana,
a ver si es posible que en su mañana,
la besen a los pies de Colón.
O en plena Gran Vía, con su mantilla,
tomándose al fresco una manzanilla,
dejando volar su imaginación.
¡Con qué gracia va por La Castellana!
cualquier día y hora de la semana,
gritando a los cuatro vientos,
que se han acabado sus sufrimientos,
¡con sus sentimientos va en procesión!.
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