me duele el hambre que padece mi pueblo,
me duele la mentira descrita en las escuelas,
me duele la sátira de los aguanta-velas,
me duele ese corazón que ya no amueblo.
Me duele que mi pueblo no vea la luz,
me duele el trato amargo que recibe el Andaluz,
me duele el letargo que sufrimos en el sur,
me duele tener que despertar de mi sueño,
me duele el verla de lejos con tanto empeño.
Porque ser andaluz es ser luz que anda,
apoyados en cayados, quicios o barandas,
con cuatro palmas y ganas de fiesta,
pipirrana con un buen tinto y buena siesta,
y música de cornetas de una buena banda.
Porque ser andaluz no se escoge, con suerte se nace,
suerte de ver esa bella luz que resuena,
Se vive, se respira, se huele, se muere y se yace,
Hasta en el cielo con palmas se arma la marimorena,
y el quejío del flamenco te quita las penas.
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