su mirada es gloria bendita,
paseando cerca del Palacio de Oriente,
cuando sol se va poniendo por poniente,
para darme un beso, baja su cabecita.
Mírala, mírala, mírala, mírala
Mírala, mírala, mírala, mírala.
Compró lotería del amor en Manolita,
verla es lo que mi corazón necesita,
hablar con ella ya no es suficiente,
mi anhelo es poder besarla dulcemente.
Mírala, mírala, con su simpatía,
andaluza de bote, con cierta rebeldía,
frágil como el Palacio de Cristal.
Con su porte de Reina Consorte,
a veces no hay quien la soporte,
pero quererla no tiene igual.
El Madrid de los Austrias, el castizo,
le rinde su verbena de La Paloma,
Hasta los Leones del Congreso se asoman,
si la ve llorar el cielo se pone plomizo,
paseando por las aceras deja su aroma.
Mírala, mírala con que arte,
es de mi corazón juez y parte,
con qué tronío y con qué salero
parece querer gritar al mundo entero
que me quiere y la quiero, sin descarte.
Mírala, mírala, mírala, mírala
Mírala, mírala, mírala, mírala.
Porque si ella te empieza a mirar,
mírala, mírala, mírala, mírala,
Se pone el sol en la Costa del Sol,
y hasta el queroseno huele a amor.
Mírala, mírala, ¡qué enamorada!
se rinde hasta la luz del alba
por un guiño o una sola mirada.
La Puerta de Alcalá da a su corazón,
en su alma habita un Dos de Mayo,
hasta Goya, antes de conocerla, la pintó.
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