Veo como entre mis dedos te resbalas,
se esfuma el gran sueño de que seas mía,
mi alma yace muerta, helada, fría,
como tiroteada por varias balas.
No han sido suficientes mis escalas,
tampoco sé si tiene la culpa tu cobardía,
sólo sé que te extraño noche y día,
y que una sonrisa tuya me da alas.
No he perdido la fe pero si la suerte,
ya no puedo pensar en nuestro mañana,
quedo tendido en el quicio de la muerte.
Así de cruel es la condición humana,
cuando te confías, nunca advierte,
la esperanza es las más de las veces vana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario