Me duele en el corazón el
exilio al que me sometes,
las infumables tardes en las
que no tengo noticias,
sin embargo un día apareces
con magia y prometes,
que me quieres entre besos
ardorosos y caricias.
Me duele en el alma tu calma
y que no aprietes,
Que no quieras aprovechar las
horas propicias,
Porque mi alma y mi corazón
son para ti juguetes,
Y así, desoyendo a mis
sentimientos, me desquicias.
Me duele en el corazón tu
aparente desidia,
La desdicha que vas sembrando
en mi vida,
El desasosiego que en mi se
está asentando.
Me duele en el alma mirarte
con envidia,
No poder tenerte a mi
existencia cosida,
Y andar siempre arriba y
abajo, barruntando.
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