Le llegó de nuevo una preciosa primavera,
llevando las almas al límite del Límite,
sacando el corazón helado de la trinchera,
entre un mar de centenarios olivos y aceite.
Sonríe aunque es la buena Reina de la Tristeza,
y se le cae la comisura de los labios,
casi todo lo que le ha pasado, con certeza,
para sí lo quisieran estudiar los más sabios.
La controla por su calle una vieja alcahueta,
al ver en su puerta la inusitada silueta
de alguien al que le parece que ha reconocido.
Le gusta llevar una vida de cortijera,
porque es sana, por auténtica y por verdadera,
sus animales devuelven lo que han recibido.
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