El recuerdo de anoche,
Sábanas revueltas,
Una botella vacía,
Un me voy pero no me sueltas,
Mi alma que otra vez tropezaría…
El andén es mi paisano,
De antemano, partió tu tren…
Nuestro tiempo es seco y soleado,
No hay espacio para las tormentas,
El caballo ganador es un divorciado,
Que se metió en tu vida, es lo que comentas.
A tu cuello anda enredado,
Mientras sigues echando cuentas,
Entre un tifón apasionado…
No puedes seguir en tu casa,
Debes un punto final a tu función,
Al final siempre pasa lo que pasa,
Tu corazón no te invita a su defunción.
El amor no se guarda en la nevera,
Porque se desespera en la lista de espera.
Este amor no se pinta con isobaras,
Ni tiene borrascas en su interior,
En las tascas juega a cruces y caras,
Y sale ganando como un perdedor,
Aquella madrugada dejé que me aconsejaras,
Porque nuestra apuesta era el amor,
Así de complicado, ambos fuimos a las claras.
Mirar en tus ojos mis reflejos,
Era como reflejarme en un espejismo,
Tus besos estaban cada vez más lejos,
Y ya no producían ni un mal seísmo.
Mi fin no es ser tu copropietario,
Ni esconderme cada noche en tu armario.
Si se nos desata la tormenta perfecta,
Mejor que nos pille en una cama,
Con la espalda mojada la vida es recta,
Y tú pareces, de todas formas, una dama.
Así que háblame de forma directa,
Y no me dejes seco como la mojama,
Pues yo te amo… en lo que a mí respecta.
Calella, 14/03/17 – 21:39
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