Entre las manos algo se ennegrece,
El amor no permite que se aplace,
O se cultiva bien o se deshace,
Y bien regado es cuando resplandece.
Todo es hermoso cuando ves que crece,
Cuando se cuida con mimo, ves que pace,
Se alimenta y él mismo se satisface,
Cuando muere te ahoga y te entristece.
En el espejo no hay ni un mal reflejo,
No es necesaria una brisa fingida,
La mirada es una apenada pena.
Muerto el amor, ya no cabe consejo,
En sus compases malvive la vida,
Sí, la culpa es negra, siempre es ajena.
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