Esperando que al final se escuche su bramido,
Mientras tanto las malas artes se van afeando,
Una vez pasan a ser un acto conocido,
Tu alma me sigue pertinaz y me va mirando,
Porque el buen amor en ella ha quedado prendido.
Las cosas del querer no tenemos aprendidas,
los mejores besos no nos damos ni a escondidas.
22 Hasta que no lleguemos a buen puerto, sangre fría,
Hemos de atar bien en corto los amores briosos,
Aunque yo contigo muy fácil me las prometía,
He malvivido demasiados días lastimosos,
Aquellos en que demasiado lejana te veía,
Y no había en el horizonte días victoriosos.
Tus ojos mirándome son mi mejor fortuna,
Porque en ellos se ve la inmensidad de tu luna.
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