¡Ya
está bien de vacilaciones!
Que
los versos del poeta,No esperan tu afrenta.
No provoques más fricciones,
Que tu alma no es secreta,
Aunque lo aparenta.
Yo ya solo me encomiendo,
A mi Virgen de los Dolores,
Con toda mi devoción.
No puedo seguir malviviendo,
Preñado de tantos sinsabores,
Pensando en tu corazón.
Tu alma me enseña el camino,
Desde aquella escalera,
Sin un titubeo,
El futuro tuvo buen tino,
Entrando por la puerta trasera,
Con su ágil tintineo.
Pero tú sigues erre que erre,
Haciéndote un daño infinito,
Malbaratando tu felicidad.
No quieres salir de tu parterre,
No quieres darle el finiquito,
A tu actual intranquilidad.
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