bien está el dicho de que sólo hay una,
capaz incluso de regalarnos su sangre,
y si se lo pedimos nos entregaría la luna.
Nos lleva nueve meses en sus adentros,
sin abrir la boca ni soltar ni una queja,
para toda su existencia seremos su centro,
se muere de pena siempre que se nos aleja.
Nos lo entrega todo sin pedir a cambio nada,
nunca le podremos pagar el sueño robado,
nos cuida toda su vida de forma abnegada,
tenemos su corazón eternamente enamorado.
El día que emprende eterno viaje al cielo,
es el más triste de toda nuestra existencia,
nunca acabarás de superar ese profundo duelo,
nunca se supera del todo tremenda carencia.
Así que hay colmarla de besos cada día,
sin que transcurra ni tan solo uno siquiera,
hay que llenarle todos sus días de alegría,
para agradecerle por siempre que nos pariera.
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