Fue en un pueblo sin mar,
en Agosto, bajo una escalera,
tu empeñada en no mirar
lo que otros miran sin dudar,
aunque se desesperan.
El amor infantil,
lo llevabas tatuado en tu alma,
me hice presente allí,
cosas del destino,
empecé a perder por completo la calma,
Buenas tardes le di
A mi morena bajo la escalera,
ella me contestó,
casi sin querer
y sin mirarme siquiera,
pasó un tiempo feliz,
nos vimos tres veces por semana,
cuando cuenta me di,
yo andaba enamorado de veras
y hasta las trancas.
Al principio se oían
infinitos "No puede ser"
y todo derivó
en las dudas que la atenazaban
cada atardecer.
las miradas furtivas
se sucedían con inusitada cadencia,
los besos con los ojos,
las caricias y los sonrojos
eran la penitencia....
y la quise, y la quiero y por siempre
la pienso querer
porque ya no nos convence
repetir tantas veces
el manido no puede ser.
Hubo más de un adiós,
"para siempre
porque ya no te quiero"
luego todo siguió,
como siempre, el mismo guión.
Y otra vez las miradas
se cruzaban, en cada esquina,
pero he de decir, que la casualidad
es bastante mezquina,
porque nada era tan casual,
y al verla sonreír
tan tranquila sentada en el banco,
“se ha olvidado de mi”
yo pensé más de una vez
Así de ipso facto.
El tiempo pasaba
Caían las hojas del calendario,
Pero nada cambiaba,
En un corazón
cada vez más incendiario,
el agobio llegó,
de repente, otra vez a su vida,
ahora el “no puede ser”
me retumba a diario en mi sien,
aunque ella no lo diga.
De su vida me aparté,
Al final del final de un verano,
Para poder ver mejor
El destino de un amor
Con color meridiano.
Nunca la olvidaré, porque ha sido
Lo más importante,
Y porque he descubierto el amor,
El mirar su mirada enamorada
Ha sido lo más impactante.
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