te seguí hasta cada alborada,
tu alma y la mía nunca juntaste,
tu habías sido mi enamorada,
pero al final te vi transformada.
6 A tu vera mi pecho se tornaba florido,
cantarín, una orquesta guardaba,
te fuiste dejándolo herido y hundido,
y aunque mil noches te aguardaba,
ya no te compro... mi amada.
7 Sigues altiva mirando desde tu almena,
viendo cómo mi triste llanto esparcía,
sin embargo tu faz aparentaba serena,
mientras yo más en el fango me hundía,
mi principal asignatura la suspendía.
8 Con toque de rebato para tu alma pura,
te dedico estos versos con sumo cuidado,
pueden pecar de todo menos de premura,
pues florecen desde un corazón enamorado,
que has dejado tirado y ensangrentado.
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