martes, 11 de julio de 2017

3177 UNA SALA DE CINE


Hace unos días hablando con mi amigo Anibas, con unas cervezas por delante, salió el tema de la canción de Joaquín Sabina "Una de Romanos", y de lo que pasaba en el cine de nuestro pueblo, cuando éramos niños e íbamos al "Gallinero" y así, a medias, compusimos estos versos a cuatro manos:

UNA SALA DE CINE
 
Una sala de cine, una chaqueta,
El frío en el alma, no te estás quieta,
Una película de risa, un deseo,
Los sentimientos dan tremendo meneo.
 
Unos quinceañeros que hacen manitas,
Pongo mi mano y no me la quitas,
En esa frontera de lo irracional,
Las miradas hablan en plan pasional.
 
Por la mañana hay una visita,
Acabas con mi paciencia infinita,
Un hachazo sin ninguna clemencia,
Consigues amargarme la existencia.
 
Uno se jura en hebreo que no hay más,
Que ya está bien de tenerlo que aguantar,
Que quien quiere algo siempre lo persigue,
Y el que no quiere, no lo consigue.
 
Vuelven las órdenes de alejamiento,
La tristeza, el cruel distanciamiento,
Recordar mil veces al día sus muelas,
Se esfuma ese sueño que tanto anhelas.
 
Los mensajes que brillan por su ausencia,
Se hacen de rogar como su presencia,
Vive en las entrañas de su tintero,
Nunca quiere que le vean el plumero.
 
Tiembla ante la sola idea de ser vista,
no tiene ni un ramalazo de artista,
el pánico se hace con todo su ser,
¿su mejor versión?, ¡siempre la de anteayer!.
 
Se ve sola y vieja en su futuro,
mientras yo con esa idea me torturo,
Por testigo de un amor imposible,
tendrá sus arrugas de forma visible.
 
Así llegará a ser dulce viejita,
echando en falta lo que necesita,
mientras su arroz ya estará muy pasado,
y sin noticias de su enamorado.
 
A los sesenta si miras hacia atrás,
te das cuenta de lo que no harías jamás,
te preguntas que has hecho con tu vida,
al gran amor lo dejaste a estampida.
 
Platja D´Aro, 11/01/15 – 00:58

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