Disparo junto a Cupido cual buen artillero,
Pero con tan mala suerte y mala puntería,
Que aquello que mi alma colmada te envía,
Está condenado al ostracismo de un minero.
Sabes de sobras que mi corazón es lisonjero,
Y que solo con verte explota de alegría,
Embriagado por tu perfume se llena de pillería,
Y son imparables las ganas de ser tu compañero.
Pero no es nunca eterno ningún amor ardiente,
A lo sumo se va convirtiendo en llameante brasa
Y acaba en cenizas, aunque haya sido valiente.
Ya me voy yo lejos, tú quédate en tu casa,
Pues empieza a secarse la caudalosa fuente,
Una pareja es cosa de dos, y eso ya no nos pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario