Te empeñas en negarme rotunda un mañana,
Me dices que nuestro futuro no huele a rosas,
Tus neuronas no deberían de ser tan juiciosas,
Mi corazón altanero suspira por ti en azulgrana.
No hay más de que hablar, eres mi soberana,
Las lágrimas de mi alma son ya muy ruidosas,
Un par de besos tuyos son cosas milagrosas,
No quiero que este bello cuento me salga rana.
Así que escucha de una vez mi triste llanto,
No reniegues tanto de lo que siente mi pecho,
Al fin y al cabo te quiero desde que naciera.
No sé el por qué narices te quiero tanto,
Nunca hay que arrepentirse de lo hecho,
No me hace falta que pongas esa cara de cera.
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