mi corazón está entre barrotes,
mi alma está encerrada con cadenas,
condenada a muerte, a vil garrote.
Daré con mis huesos en las mazmorras,
pero lo daré por bien empleado,
si se que al menos te ahorras,
unas lágrimas por nuestro pasado.
Cargamos a cuestas con la condena
de tener que soportar ésta pena,
viviendo cada instante con templanza.
Solo nos miramos desde la lejanía,
intentando sobrevivir a la agonía
Sin perder de vista nuestra esperanza.
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