En esa décima de segundo insignificante,
Tu alma piensa que siempre damos el cante,
Todo se pone difícil para que nos amemos.
Ya ni me atrevo a llamarte al teléfono,
Y tampoco a más de una mirada “retro”,
No quiero que te conviertas en un cetro,
Pero tampoco que triunfe el abandono.
No le veo salida a estar de ésta guisa,
Mi corazón siente como se le pisa,
Y no intuye cercana una salida fácil.
Ahora ya no me quieres ver ni en pintura,
Dices que se te fue la fiebre y la calentura,
mi alma va tras de ti de forma ágil.
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