miércoles, 13 de junio de 2012

800 AMARRE DEL PUERTO


Mi alma resuena con los viejos acordes
de las cuerdas rotas de una guitarra,
el corazón no para de enviarle órdenes,
con el son de una música destemplada.

Solo y yerto, inerte y muerto de frío,
camina entre los olivos verdes tu olvido,
parece que se mece en el lecho del río,
campo a través de lo que no hemos vivido.

Y así en mi errática andadura diaria,
Suspiro, acaso, por un solo gesto,
Que me demuestre que no estoy ya muerto.

Mi alma padece esta espera carcelaria,
Pero sigue firme y segura en su puesto,
Esperando en aquel amarre del puerto.

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