Todos los caminos que he andado,
me llevan siempre hacia ti
las lindes y todos los senderos
desde el día en que nací,
tienen el norte del lucero,
que acaba siempre junto a ti.
El olor a menta y romero,
me lleva siempre hacia ti
mi alma de aceitunero,
mis andares de rociero,
el camino que he de seguir,
me lleva sin remisión a ti.
Al final de aquella vereda,
está tu linda boca carmesí,
el amor que me profesas con frenesí,
tu sonrisa franca y dicharachera,
tus abrazos y tu buena estrella,
y tus ganas de estar junto a mí.
En la cima de aquella colina,
me esperas con gran ilusión,
ha merecido la pena la espera,
ya que ahora todo es ternura y pasión,
desenfreno, lujuria, libertad, felicidad,
mi alma te jura eterna lealtad.
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