Potro negro y altanero, castrado
El vigor de su trote mañanero,
Sobre estiércol humeante, con acero
Ha quedado un poco desangelado.
Sus pezuñas muy sordas las han dejado
Sobre los adoquines del sendero,
Ya no luce el poderío lisonjero,
Ahora tiene porte triste de ajado.
Rayo azabache, sólido y templado,
Que se torna en una triste luz negra,
Sin un atisbo de pena ni alegría.
Queda quedo, en un recuerdo atrapado,
Como botella rota de ginebra,
Que no producirá más algarabía.
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