¡Dios mío, sí que tarda en llegar ese día!
en el que de manera y forma tan generosa,
mi triste alma se llene de paz harmoniosa,
sin detenerse jamás adonde se detenía.
Con el paso del tiempo este ardor no se enfría,
imaginarla es ver en sueños a una Diosa,
con esa sonrisa brillante y primorosa,
mi mano revolotea en su cintura muy ceñía.
el gris paisaje se torna de a poco en verde,
los suspiros son notas musicales en el viento,
nunca va a conseguir que no la recuerde.
Mientras tanto no soltaré ni un leve lamento,
aunque el tiempo que pasa, fácil se pierde,
vamos a hacer de nuestro amor un monumento.
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