Ni la fiebre, ni el desasosiego le cambian la pose,
Solo te quiere dar el abrigo de la mejor lana,
Tiene la paciencia de la abuela que sabe y cose,
Cada noche llora desconsolado muriéndose de ganas.
Te amo con la candidez de un buen arriero,
Eso sí, siempre con los pies en la tierra,
Voy andando despacito este largo sendero,
Cantando mis grandes amores por toda la sierra.
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