me lanzas un derechazo,
directo al mentón, hachazo
que hace brotar las lágrimas.
El miedo que sientes es agobiante,
miedo irracional a vivir algo bonito,
porque ya queda indeleble y escrito,
que huyes porque no eres dialogante.
Te escudas en el parapeto de tus miedos,
en un pánico atroz y desmedido,
quizás lo que nunca has sabido,
es que me estoy escapando entre tus dedos.
Me voy con la cabeza agachada,
con la certeza de haberte amado,
con la tristeza como abanderada,
porque sin sutileza ando escamado.
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