que Pedro no es capaz de encontrar su casa,
que la página no da la vuelta y la maldigo,
y que el plantón te dejó a solas por la cara.
Parece que la cosa no sabe con quién quiere,
que hay mucho cuello para tan poca soga,
que se han despertado todos los laureles,
y que Dios sí que aprieta y sí que te ahoga.
Parece que la marea acabó mareando al viento,
que lo sano cortó de cuajo con lo más enfermo,
que el culo no encuentra su mal visto mal asiento,
y que el porrazo, de golpe dejó, al corazón yermo.
Parece que los dedos ni se entrelazan ni se cruzan,
que las ranas tienen largas y brillantes melenas,
que te dejan en la estacada para que te zurzan,
y que el pataleo no tiene derecho ni de penas.
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