Con tu alma inmaculadamente blanca,
Olvidas en tu vida el color lila,
Sin embargo tu corazón no arranca.
Tu alma está condenada a la sombra,
Mi luna ya no llora por tu luna,
Escondiste el amor bajo la alfombra,
alejándote de forma inoportuna.
Solo te falta ya cruzar los mares,
Sortear poco a poco todas las piedras,
pisar y que no nazcan malas hierbas,
escuchando el son de unas tristes soleares.
Te atreves a controlar desde tu ventana,
Pasando los fríos y tristes días,En los que reina en tu corazón la umbría,
Maldiciendo esta situación tan malsana.
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