sabiendo que lucha con enconada bravura,
nunca pensó verse en esta tesitura,
a la hora de recoger la dulce cosecha.
Así está todo de cercano y remoto,
tan lúgubre y gris y lleno de vacío,
como las velas rotas de un navío,
que nunca alcanzará su horizonte roto.
Al
menos tendré por siempre indeleble huella,
y
también un mal regusto amargo,por el sentimiento que se atropella,
viviendo un descorazonado letargo,
al pensar en aquella sonrisa tan bella.
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