Mi corazón no tiene cura. Llora de forma desconsolada
Embelesado queda al ver a su amada,
abstraído en la noche estrellada,
¡Pardiez, quién la desposara!
Mis sueños te sueñan de forma osada,
la ansiedad se deja sentir con saña,
Ya ni me responde a mis cartas,
y eso que las envío bien selladas,
solo me queda un anhelo en mi alma,
verte un instante para que reposara.
Cierro mis ojos y veo tu cara,
me quedo sin aliento, pierdo la calma,
tengo que aferrarme a mi fe cristiana,
porque si no, no me queda nada.
Esta es mi única parada,
Tu corazón me mantiene la puerta cerrada,
y yo no paro de llamar a tu casa,
hincado de rodillas frente a tu fachada,
No escucha que soy yo quien la llama,
aunque no me regala ni una palabra,
¡cuánto más me acercaba, más se distanciaba,
y más rabia a mi me daba!.
Sigue manteniendo su boca atrancada,
aunque tras de su ventana me mira y no para.
No quiero ganarme tu favor con la espada,
quiero que seas mi enamorada,
y gritarlo juntos a los luceros del alba.
El tiempo pasa y no me dices nada,
sigues con tu puerta a cal y canto cerrada,
pero se sigue asomando tu bella cara,
tras de la ventana de tu casa.
Te amo porque eres para mí la más Santa,
Te amo de la forma más sagrada.
Ya sé que a veces te hago gracia,
pues tengo la flecha de Cupido atravesada,
y sólo con imaginarte mi corazón cabalga
desbocado por cumbres muy nevadas,
entre serranías y montañas,
cruza ríos aunque sean de lava,
buscando tu regazo a modo de posada.
Ahora habito en tierras bajas,
Por momentos grito: ¿Dónde andas?,
Sigo apostado en el quicio de la puerta de tu casa,
Con inmensa soledad y mis sueños que me acompañan.
Tengo claro que eres una alta montaña,
Que tengo que escalar empeñando mi alma,
Tus besos serán las mejores viandas,
Mi esperanza nunca estará menguada.
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