Ahora no entiendo el por qué tu alma llora,
Los toros de lejos, en los toriles,
No son tan fieros, tampoco tan viles,
Los hachazos escuecen en la aurora.
En esa hora solitaria, señora,
Duelen mucho, desde el talón de Aquiles
Hasta la coronilla, por sutiles,
por inesperados para el que implora.
La ocasión la pintan calva y perdida,
En tristeza conviertes lo que tocas,
Es tu amargo callejón sin salida.
Dolor lacerante es lo que provocas,
Desilusión, ansiedad contenida,
Rabia y sufrimiento es lo que me evocas.
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