Tus decisiones pecan de ligeras,
Al hablar piensas en sentido opuesto,
Y sigues constante y fiel en tu puesto,
te gustaría cambiarte a mis banderas.
Ya no espero a ver si te regeneras,
Han sido siete años presto y dispuesto,
El resultado, a día de hoy, es funesto
Salgo en busca de nuevas primaveras.
Estas medallas no llegan ni a bronces,
No busco unos sempiternos enojos,
Sí que he muerto unas mil veces por verte.
Dices amarme… ¿a qué esperaste entonces?
No quiero las lágrimas de tus ojos,
Tu estocada final huele a fría muerte.
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