IV
Cada vez que te miro mi alma se levanta,
Como si tuviese un escondido muelle o resorte,
Lo que no tengo claro es el cómo aguanta,
Manteniendo siempre altiva y firme la porte.
Lejos de ti me siento tan sumamente pequeño,
Me pareces Gulliver en el país de los enanos,
Se me apaga muy lentamente el fuego interno,
Cuando no te puedo siquiera rozar con mis manos,
Mi alma solo puede ofrecerte este amor eterno,
Y te lo entrega todo sin esperar nada a cambio.
Tus palabras son ásperas y duras como el hierro,
Tus gestos denotan que mientes a tu propio corazón,
te puedes pasar la vida con la frialdad del acero,
pero nunca me vas a hacer cambiar de opinión.
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