IV
Este sureño ya tiene la frente muy arrugada,
De tanta espera que te espera con desilusión,
Ya no aguanta por más tiempo tu triste mirada,
Porque solo la entiende como una dura traición.
El aceite de oliva que corre por sus venas,
Va azucarado encima de una buena hogaza,
Vive al borde de ahogarse en sus penas,
Porque a veces tu cruel mirada lo despedaza.
Viene arrastrando su figura por las esquinas,
El azúcar cristaliza en vinagre de manzana,
A la hora en que la luz alumbra las oficinas,
Se va directo a su jergón de muy mala gana.
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