III
En lo más escarpado de los pinares y el mar,
Las lágrimas de los corazones yacen apiladas,
En las pequeñas calas tan salpicadas de paz,
Las almas se conjuran para no apagar la llama.
El Camino de Ronda, ronda ideas por la cabeza,
A veces el alma, sin querer, sale algo mojada,
aderezada de pálpitos que con segura certeza,
Bañan corazones de mar bravío y esperanza.
Ya no quieren andarse más por las ramas,
Pero el túnel es demasiado oscuro y largo,
La luz es pequeñita pero nunca se apaga,
Se poseen en silencio sin testigos ni cargo.
Tanta amarga espera no sé si con algo se paga,
La desesperanza triunfa en el campo de batalla.
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