(30/09/14 – 16:53)
Debéis saber que yo solo os envidio,
Por tener llorando a La Magdalena,
A vuestros pies postrada y con delirio,
Llora sus lágrimas muerta de pena.
Al conocer su historia estoy en presidio,
Su llanto en mi mente es lo que resuena,
Desde mi cuna lo sueño y lo lidio,
Con una templanza que me encadena.
Así sabed que a las puertas del cielo,
Preguntaré a San Pedro por ella,
Y nada podrá arrebatármela.
Ese será mi único consuelo,
Saber que tras de la última estrella,
Allí, voy otra vez, a encontrármela.
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