Pensaba que disfrutábamos de una buena armonía,
Yo me encomendaba a tu corazón sacrosanto,
Entre letanías te dedicaba algún que otro canto,
Pero intuía que me venía encima la sequía.
Verdaderamente no me esperaba tanta tiranía,
Y ahogando mis penas en lastimero llanto,
He de decirte que mientras rompías el encanto,
Este corazón fielmente siempre te atendía.
Sin lugar a dudas has sido lo más sagrado,
Mi objeto de culto, preciado y religioso,
Pero un fuerte desencanto me ha habitado.
Otrora yo era contigo espléndido y generoso,
Nunca se pasó por la cabeza que fuese pecado,
Ahora te dejo campo abierto, tiempo espacioso.
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