Hay unos ataques de ansiedad feroces,
Un necesitar verte aunque te escondas,
Maldecir constantemente las ondas,
No permitir ni un minuto que goces.
No escuchaste del corazón las voces,
Vivía de alquiler en las peores fondas,
Ya no hace falta que le correspondas,
Lo has segado de cuajo con tus hoces.
Has conseguido que al final me rinda,
De que no hay vuelta, cuando lo descubras,
Será tan cierto como que hay estrellas.
No hacía tanta falta poner la guinda,
Tampoco deseo que con lloros cubras
El desahucio al fondo de mis botellas.
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