Reflejado en nuestras tristes pupilas,
Rezo en mal Hebreo tanto como puedo,
Cada vez que mis ansias me mutilas.
Creo que notas que nunca retrocedo,
Aunque con tu mirada me fusilas,
Mi corazón te apunta con su dedo,
Estás siempre metida en mis mochilas.
¿Sabes que es lo que nunca me concedo?
¡Cerrar los ojos cuando me vacilas!
Eso lo noto tal cual un torpedo.
¡Tú continúa poniéndote las pilas!
Mi alma sigue en el albero del ruedo,
Entre lamentos y humos y tequilas.
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